Pablo González, un supuesto periodista español que cultivó una imagen de romántico defensor de la libertad, logró infiltrarse en la oposición rusa. Sin embargo, su verdadera identidad como espía del Kremlin salió a la luz, aunque su captura no impidió que finalmente fuera liberado y recibido por el propio Putin.
Traducción del artículo de Novaya Gazeta Europa – «Свой в доску парень» – 6 de agosto de 2024
Por Yulia Akhmedova, corresponsal de Novaya Gazeta Europa

En el marco del mayor intercambio de prisioneros de la historia con Estados Unidos y países europeos, Rusia recibió a ocho ciudadanos rusos: un asesino a sueldo, hackers y espías encubiertos. Entre estos últimos se encontraba Pavel Rubtsov, de 42 años, quien durante años se hizo pasar en foros y conferencias de la oposición democrática en la UE por el periodista español Pablo González y se “hizo amigo” de activistas rusos.
En 2022, pocos días después de la invasión a gran escala de Ucrania, fue detenido en Polonia bajo sospecha de espionaje para Rusia. En mayo de 2023, el medio de comunicación “Agentstvo” informó que González era probablemente un agente del GRU infiltrado en el círculo de Zhanna Nemtsova, hija del asesinado político opositor Boris Nemtsov. Sin embargo, en aquel momento no hubo explicaciones oficiales por parte de los servicios especiales polacos sobre la detención y la apertura del caso, y muchos en la oposición no creyeron que González fuera realmente un agente reclutado.
Tras la apertura del caso, organizaciones internacionales de periodistas y de derechos humanos intercedieron en repetidas ocasiones por González. Sin embargo, en agosto de 2024, González se encontraba entre aquellos a los que el propio Vladimir Putin acudió a recibir al aeropuerto de Vnukovo.
La corresponsal de Novaya Gazeta Europa, Yulia Akhmedova, relata cómo Pablo González se ganó la confianza, encantó y engañó a la oposición rusa durante años, para finalmente eludir a la justicia polaca.
En octubre de 2017 se celebró en Berlín el Foro Boris Nemtsov, un evento anual en el que la oposición rusa se reúne con políticos e intelectuales europeos para debatir el futuro de las relaciones entre Rusia y la UE. Ese año asistieron al foro los políticos Ilya Yashin, Dmitry Gudkov, el abogado Ilya Novikov y otros representantes de la oposición democrática.
Pero muchos de los asistentes al foro recuerdan también a un periodista español muy activo y deseoso de conocer a todo el mundo, Pablo González. Este hombre corpulento y de aspecto duro, de unos treinta y cinco años, se presentaba a todo el mundo como un periodista independiente especializado en Europa del Este y conflictos bélicos. Hablaba un ruso perfecto sin acento, simpatizaba mucho con la oposición rusa y participaba en debates sobre la importancia de la libertad de expresión. En aquel foro, Pablo González hizo muchos contactos útiles, se hizo una foto con el político Ilya Yashin y posteriormente asistió en varias ocasiones a actos de la Fundación Nemtsov.

No fue hasta siete años después, cuando Vladimir Putin acudió personalmente a recibir a Vnukovo a los espías rusos obtenidos en un intercambio con países europeos, cuando la oposición rusa se convenció definitivamente de que durante todo este tiempo el amable español les había estado vigilando y escribiendo informes al GRU.
“Parecía un periodista profesional”
Pablo González conoció a Zhanna Nemtsova, cofundadora de la Fundación Boris Nemtsov por la Libertad, en Bruselas en 2016, durante un debate sobre la candidatura del ponente especial de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa sobre el asesinato de su padre, el opositor ruso Boris Nemtsov. Según recuerda el activista político y exmarido de Nemtsova, Pavel Elizarov, que ahora vive exiliado en Portugal, González pidió una entrevista a Zhanna. Después de eso, “entró en su círculo”.
Según Elizarov, él mismo coincidió con González no sólo por trabajo, sino también en viajes de amistad, por ejemplo, al País Vasco, donde, según el propio González, vivía. También se vieron en Barcelona, adonde Elizarov acudió como observador de “Golos” al referéndum sobre la independencia de Cataluña en 2017. Allí, González le dio la impresión de ser una persona bien integrada en el entorno local.
“Era como pez en el agua. Me presentó a varias personas que habían organizado el referéndum y me acompañó a los colegios electorales. [Decía que] había estudiado en la universidad de Barcelona y que había vivido allí varios años. Hablaba un español excelente, por lo que yo sé, sin acento.
González sabía escribir, interactuar con los ponentes, los periodistas y los fotógrafos que viajaban con él. En general, parecía un periodista profesional”,
recuerda Elizarov.

Tras aquel referéndum sobre la independencia de Cataluña, en España se produjeron protestas masivas organizadas por el político catalán Carles Puigdemont. Pero España no permitió entonces que Cataluña se separara, y como resultado, Puigdemont, contra el que se habían presentado cargos penales, huyó a Bruselas, donde creó un gobierno en el exilio. En los ocho años transcurridos desde el referéndum y las protestas, los políticos que abogan por una Cataluña independiente han sido acusados de vínculos con el Kremlin. Los medios de comunicación informaron de que, en el punto álgido de las protestas, Rusia llegó a ofrecer al jefe de Cataluña 10.000 soldados y cientos de miles de millones de euros. Por lo tanto, es muy posible que González también estuviera allí realizando una doble función.
Pavel Elizarov admite que en un momento dado su relación con González podría calificarse de amistosa, y que en 2017-2018 hablaron bastante. Por aquel entonces, el español se presentaba como un activista de izquierdas, se interesaba por los grupos de ultras y preguntaba por los del Spartak: ¿hasta qué punto eran nacionalistas, había entre ellos gente de izquierdas?
“Pablo es un tipo muy campechano, le gusta sentarse en un bar a tomar una cerveza. Le gusta la adrenalina, por eso viajaba a menudo a lugares donde pasaban cosas: conflictos bélicos, protestas, etc. Todo eso le interesaba”, dice Pavel Elizarov.

Agradable en el trato y fiable “en combate”
En los puntos calientes -Donbás, Nagorno-Karabaj- González “se hizo amigo” del periodista y corresponsal especial de Novaya Gazeta Europa, Ilya Azar.
“Nos cruzábamos en lugares tales que, sinceramente, nunca se me pasó por la cabeza que pudiera ser un agente del GRU”, cuenta Azar.
“Cuando llegas a un hotel de Stepanakert por la noche, con proyectiles cayendo del cielo, y te tomas un whisky con colegas acojonados, vestidos con chalecos antibalas, en un hotel a media luz, no te paras a pensar: ‘¿No serás un cabrón del GRU, Pablo?’”.
Azar recuerda a González como un compañero de profesión afable y fiable “en combate”, “con el que daba gusto charlar y tomar una copa”.
“Estoy acostumbrado a confiar en la gente, en mis compañeros, y hay una especie de hermandad entre periodistas en guerras y conflictos”, afirma Azar.
González también preguntó a la escritora Alisa Ganieva sobre una región complicada para el Kremlin: el Cáucaso. La conoció en el Foro Nemtsov de Berlín en 2017. En la conversación, planteó el tema de la posible independencia del Cáucaso: intentó comprender si la idea era popular allí, citando los casos de los vascos y los catalanes.
“Al parecer, esperaba que yo dijera que la idea era popular y que mencionara algunos nombres. Pero no pude complacerle. En general,
Pablo sabía cómo halagar a su interlocutor, cómo parecer uno más. Mi relación con él fue superficial, pero tendió puentes, hábilmente, como sin querer, compartió buenas impresiones sobre mis libros,
y esa es una forma rápida de ganarse a un escritor”, recuerda Ganieva.
González también se interesó activamente por el Donbás, según cuenta Kirill Martynov, redactor jefe de Novaya Gazeta Europa, que, como muchos otros, conoció a González en el Foro Nemtsov.
“Expresó su simpatía por la gente que se encontraba en el territorio de la ‘DNR’. Por aquel entonces, mucha gente escribía sobre sus problemas, viajaba allí, hacía reportajes. Tenía la impresión de que era un periodista independiente que contaba los horrores de la guerra y que quería ser amigo de todo el mundo porque tenía un trabajo difícil. Se relacionó mucho durante la conferencia, hizo contactos, habló de la importancia de la libertad de expresión. Que yo recuerde, en aquella conferencia conoció a todo el mundo”, relata Martynov.

Descendiente de revolucionarios españoles
Los entrevistados por Novaya Gazeta Europa señalan que González no sólo les causó una buena impresión por su capacidad para caer bien, sino también por su inusual origen. Nació en Moscú en 1982 y fue registrado con el nombre de Pavel Rubtsov. Su madre era descendiente de los llamados “niños de la guerra”: sus padres republicanos lucharon contra el régimen del dictador Francisco Franco. En la década de 1930 fueron evacuados de España a la URSS, que entonces estaba del lado de los opositores a la dictadura, para ponerlos a salvo de los combates durante la Guerra Civil. El padre de González, Alexei Rubtsov, trabajó en puestos directivos en las estructuras de RBC a partir de 1999.
A finales de la década de 1980, la madre de González se trasladó a su patria histórica, España, y se llevó a su hijo con ella. Allí lo registró como Pablo González Yagüe. Vivieron un año en Bilbao y luego se trasladaron a Cataluña. En 2005, González se instaló en el País Vasco. Dos años antes, en Moscú, obtuvo un pasaporte ruso a nombre de Pavel Rubtsov.
González comenzó a trabajar como periodista en 2014, especializándose en países de Europa del Este y conflictos bélicos: cubrió la anexión de Crimea y la invasión del Donbás, la guerra de Nagorno-Karabaj, las cuestiones del no reconocimiento de Kosovo y Transnistria. Colaboró con el diario español Público, la agencia EFE, la cadena de televisión laSexta, Voice of America, Deutsche Welle y los medios regionales vascos Naiz y Gara. González es licenciado en Filología Eslava y se sabe que estaba escribiendo una tesis doctoral en la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) sobre la persecución del movimiento LGTB en Georgia.
Detención en Polonia
A principios de febrero de 2022, antes del inicio de la guerra a gran escala, cuando González se encontraba en el este de Ucrania, supuestamente realizando una labor periodística, recibió una llamada de los servicios secretos ucranianos pidiéndole que acudiera a Kiev. Allí fue interrogado y acusado de “orientación prorrusa”, pero fue puesto en libertad. Al mismo tiempo, agentes de los servicios secretos españoles interrogaron a sus familiares en España. Pero la cosa no pasó a mayores. Pablo regresó a España y durante casi un mes nadie le molestó. El 25 de febrero decidió que podía salir del país sin problemas y se dirigió a la frontera polaca con Ucrania, supuestamente para cubrir la crisis de los refugiados.
Dos días después, el 28 de febrero de 2022, González fue detenido en la ciudad polaca de Przemyśl, cerca de la frontera con Ucrania. Las autoridades polacas afirmaron que, según sus datos, el periodista trabajaba para los servicios de inteligencia rusos y tenía intención de entrar en Ucrania.
En el País Vasco se produjeron entonces manifestaciones para exigir la liberación de González. Organizaciones internacionales como Reporteros sin Fronteras, Amnistía Internacional y la Federación Internacional de Periodistas condenaron la detención.
Tanto ellas como los medios de comunicación españoles destacaron al informar sobre la detención de González que, en aquel momento, Polonia ocupaba el puesto 66 de 180 en la clasificación mundial de libertad de prensa. La propia UE también tenía dudas sobre el respeto del Estado de Derecho en Polonia.
En declaraciones a Novaya Gazeta Europa, Jeanne Cavelier, portavoz de Reporteros sin Fronteras, precisó que la organización nunca consideró a González “detenido arbitrariamente”, sino que se limitó a pedir a las autoridades polacas que organizaran rápidamente un juicio justo que determinara si era culpable o no.
“Para los estándares de la UE, era inusual mantenerlo en prisión durante dos años sin juicio. El juicio también es necesario para que sepamos si Pablo González era un espía. Ahora tiene que dar explicaciones”, dijo Jeanne Cavelier.
En mayo de 2023, Agentstvo, citando fuentes de la Fundación Nemtsov, informó de que González era un agente del GRU infiltrado en el círculo de Zhanna Nemtsova. Según fuentes familiarizadas con la investigación, González describía en sus informes con detalle las actividades de Nemtsova y sus amigos, empleados y socios de la fundación, así como de los estudiantes de la escuela de verano de periodismo que la fundación organiza anualmente desde 2018. Además, en los dispositivos de González se encontraron cartas de Boris Nemtsov, que el periodista supuestamente copió del portátil de la propia Nemtsova.
La Fundación Nemtsov no respondió a una solicitud de comentarios de Novaya Gazeta Europa. La cofundadora de la fundación, Olga Shorina, también declinó hacer comentarios, alegando un acuerdo de confidencialidad.

Las últimas dudas
Después de que Pablo González fuera incluido en el grupo de presos para ser intercambiados con Rusia, apenas quedan dudas de que fuera un espía ruso. Sin embargo, a los periodistas polacos y españoles les preocupa la forma en que Varsovia ha llevado a cabo la investigación del caso González.
Todavía no están claros los motivos de su detención, y la propia investigación está clasificada.
Sobre los motivos por los que se decidió intercambiar a González, sólo se sabe que Polonia lo hizo “debido a la estrecha alianza polaco-estadounidense y a los intereses comunes de seguridad”.
Tras el intercambio, la fiscalía polaca también se negó a responder a las preguntas de los periodistas sobre en qué fase se encontraba la causa penal de González y si llegaría a juicio.
Todo ello ha provocado la indignación de la opinión pública. Así, por ejemplo, según el eurodiputado Marek Biernacki, la fiscalía y los servicios especiales polacos deben explicar a todo el mundo qué ocurrirá ahora con la causa penal de Rubtsov en Polonia, en qué condiciones fue intercambiado y qué estaba haciendo realmente en Polonia.
Una vida demasiado buena para un periodista independiente
Pavel Elizarov recuerda que nunca sospechó nada parecido de González, pero que dejó de relacionarse con él un par de años antes de su detención porque, en un momento dado, el comportamiento del español cambió.
“Empezó a mostrar homofobia, odio a los inmigrantes, y pensé que tal vez no era un activista de izquierdas después de todo. No es que empezara a expresar de repente opiniones pro-Kremlin, pero definitivamente cambió, se notaba.
Al parecer, ya no tenía la tarea de investigarme a mí ni a ningún otro opositor. Cuando fue detenido, me di cuenta de que el gobierno español no hizo ningún comentario al respecto; y entonces pensé que debía de haber una buena razón para las acusaciones”, afirma Elizarov.
A posteriori, Ilya Azar también recordó detalles sospechosos: “El hecho de que estuviera en Nagorno-Karabaj casi más tiempo que cualquier otro periodista, su perfecto ruso y su supervivencia como autónomo, que no me parecía del todo obvia para un estadounidense, tenían algo de sospechoso. Pero entonces pensé que era un romántico de la profesión. Fue aún más duro descubrir después que Pablo era del GRU. Al principio incluso pensé en salir a manifestarme en su apoyo, pero mis compañeros (más inteligentes que yo, por lo visto) me disuadieron. Bueno, ahora han desaparecido las últimas dudas”.

La opinión de que González siempre encajaba bien en los colectivos y congeniaba fácilmente con sus compañeros también la confirman periodistas occidentales. Por ejemplo, Jaap Arriens, un cámara holandés que trabaja en Varsovia, recuerda a González como un tipo alegre y sencillo, pero señala que Pablo parecía tener más recursos que un periodista autónomo corriente. Por ejemplo, siempre utilizaba los teléfonos móviles y los ordenadores más modernos y caros, y en la frontera polaco-ucraniana trabajaba con un MacBook Pro de 14 pulgadas último modelo.
“Un día, González dijo: ‘La vida va bien, la vida va casi demasiado bien’”, recuerda Arriens. “Y yo pensé: ‘Tío, la vida de un periodista autónomo nunca es demasiado buena, ¿de qué estás hablando?’”
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