Una conversación entre Julia Taran, activista rusa afincada en Barcelona, el periodista Marc Marginedas y el activista ucraniano Andriy Movchan, arroja luz sobre la creciente penetración del putinismo en América Latina. Lejos de ser un fenómeno aislado, la propaganda rusa se teje con maestría sobre un tapiz de resentimientos históricos, aprovechando la debilidad institucional y la falta de conciencia crítica para tejer una narrativa atractiva, aunque profundamente distorsionada.
El anzuelo del antiimperialismo: una verdad a medias
La propaganda rusa encuentra un terreno fértil en el profundo recelo que muchos latinoamericanos albergan hacia Estados Unidos. Décadas de intervenciones, golpes de estado auspiciados por la CIA y políticas económicas predatorias han dejado una cicatriz imborrable en la memoria colectiva. El Kremlin, con astuta manipulación, se presenta como el paladín antiimperialista, el contrapeso necesario al poderío estadounidense. La guerra en Ucrania, en esta narrativa perversa, se convierte en una batalla épica entre David y Goliat, donde Rusia, a pesar de su brutalidad, se erige como el defensor de un mundo multipolar frente a la hegemonía occidental.
Los tentáculos del Kremlin: más allá de la retórica
La influencia rusa, sin embargo, no se limita a discursos grandilocuentes y promesas vacías. La presencia del Kremlin en la región se materializa en acciones concretas y profundamente preocupantes.
- Nicaragua: el estado vasallo. El régimen de Daniel Ortega se ha convertido en un ejemplo paradigmático de la penetración rusa. El apoyo militar, el entrenamiento de las fuerzas de seguridad y la asesoría en materia de propaganda han sido cruciales para mantener a flote a un gobierno cada vez más autoritario. Nicaragua, además, se ha transformado en una plataforma para el tráfico de migrantes hacia Estados Unidos, una estrategia de desestabilización que recuerda las tácticas empleadas por Bielorrusia contra la Unión Europea.
- México: la ambigüedad cómplice. La relación de México con Rusia es más compleja y, en cierto modo, más inquietante. Si bien no existen pruebas concluyentes de un apoyo económico directo, la actitud del gobierno de AMLO ha sido cuanto menos complaciente. La presencia diplomática rusa en México es desproporcionada para el volumen de relaciones bilaterales, y la entrada masiva de ciudadanos rusos, muchos de ellos con pasados opacos, levanta serias sospechas. La falta de transparencia en los servicios de inteligencia mexicanos y la afinidad ideológica de algunos sectores del gobierno con el Kremlin hacen de México un terreno fértil para la intriga y la desestabilización.
- Chile: la resistencia democrática. El caso de Chile ofrece un contrapunto esperanzador a la expansión del putinismo. El presidente Gabriel Boric, surgido de los movimientos estudiantiles, ha mantenido una postura éticamente intachable, condenando sin ambages la invasión rusa y ofreciendo su apoyo al pueblo ucraniano. La respuesta del Kremlin no se ha hecho esperar: ciberataques contra instituciones chilenas demuestran que la voluntad de castigar a quienes se oponen a la narrativa rusa no conoce fronteras.
Medios de comunicación: la guerra por la verdad
RT y Sputnik, lejos de ser medios de comunicación legítimos, operan como sofisticados aparatos de propaganda al servicio del Kremlin. Su objetivo no es informar, sino intoxicar, sembrar la duda y erosionar la confianza en las instituciones democráticas. La desinformación, la manipulación emocional y la tergiversación sistemática de la realidad son sus armas predilectas.
El desafío para América Latina: defender la verdad en tiempos de incertidumbre
La penetración del putinismo en América Latina es una amenaza real que requiere una respuesta contundente y coordinada. La batalla por la narrativa es crucial:
- Fortalecer los medios de comunicación independientes. Es fundamental apoyar a los medios de comunicación libres e independientes que se esfuerzan por ofrecer una información veraz y contrastada, haciendo frente a la avalancha de propaganda rusa.
- Promover la educación crítica. La mejor defensa contra la manipulación es una ciudadanía crítica, capaz de discernir entre la información y la propaganda, de cuestionar las narrativas preestablecidas y de buscar diferentes puntos de vista.
- Acción gubernamental responsable. Los gobiernos latinoamericanos deben tomar conciencia de la gravedad de la amenaza y actuar en consecuencia. Fortalecer la seguridad nacional, investigar la injerencia rusa y promover la cooperación regional son pasos esenciales para proteger la democracia y la soberanía.
La sombra del oso se extiende sobre América Latina. La batalla por la verdad y la libertad apenas comienza.
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